Vida en el amor - Ernesto Cardenal - Ediciones Carlos Lohlé - Buenos Aires 1970
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Fragmento:
El placer es un falso dios que nos dice: entrégate a mí y yo te saciaré. Pero no nos sacia nunca porque nuestra alma es mayor que el placer. No se contenta con un placer que no sea infinito. Somos ánforas rotas. Ni con una belleza que tenga límites. Y toda belleza que no es Dios tiene un límite. "En toda perfección vi un límite", exclama el salmista. De ahí ese íntimo sentimiento de tristeza, esa dulzura ' l dolorosa de las cosas bellas.Los animales sí se sacian con la creación y no desean más. Pero el hombre sólo se sacia con infinito. Todo instinto en la naturaleza exige racionalmente ser satisfecho, y toda necesidad natural tiene que ser satisfecha. El hombre nace con un instinto de infinito, con un instinto de Dios, y este instinto tiene que ser satisfecho. Es la "sed de ilusiones infinita", de la que habla Darío.